viernes, marzo 07, 2014

Solo con invitación: El ladrón de nubes, Leoncio López Álvarez.

Premio Onuba de novela 2013. Editorial Onuba, Huelva 2013. 231 pp. 20 €

César Mallorquí

Si hay un tema central en la narrativa española posterior a la Transición, sin duda es el de la Guerra Civil, la posguerra y el franquismo. Supongo que después de cuarenta años de mordaza había muchas ganas, y mucha necesidad, de hablar libremente de esos asuntos. Sin embargo, los relatos ambientados en ese periodo histórico siempre lo han tratado de forma realista, y sólo ocasionalmente bajo la óptica del género fantástico, quizá por considerar que un tema tan dramático no debía ser banalizado. Lo cual significa caer en el error de creer que lo fantástico es banal, cuando lo cierto es que ese género puede ser una herramienta muy eficaz para descubrir, señalar y amplificar los aspectos menos evidentes de la realidad. Por ejemplo, 1984, de Orwell, nos dice más sobre el totalitarismo, y nos llega más hondo, que cualquier texto realista.
Con su primera novela, El ladrón de nubes, ganadora de la novena edición del Premio Onuba, el escritor Leoncio López Álvarez se ha atrevido a retratar la posguerra de forma no realista y, para mayor atrevimiento, en clave de humor. ¿Se trata de un relato fantástico? Pues sí y no, depende. Pero uno de los aspectos más atractivos de la novela es que la respuesta a esa pregunta no depende del autor, ni del texto, sino del lector.
Nos encontramos en 1956. Cristóbal, un niño de trece años, acaba de escaparse del manicomio de Cienpozuelos, donde ha sido encerrado por ser sospechoso de haberle machacado el cráneo con un candelabro a un exsecretario de la Falange. Por otro lado, Cristóbal es un chico muy especial, pues posee el don de mover y manipular las nubes con la mente. O, al menos, eso cree él.
Narrada en primera persona por Cristóbal, la novela describe en su primera mitad el deambular del muchacho por una Castilla misérrima, y su encuentro con una sucesión de personajes que oscilan entre lo atípico y lo abiertamente estrafalario. Al tiempo, el narrador recuerda su historia y las circunstancias que le condujeron a ser un prófugo de la justicia. Y, entre tanto, nos cuenta lo que ocurre con las dos personas que le buscan: el bonachón don Alejandro, su psiquiatra, y el inspector Peralta, perfecto ejemplo de policía fascista.
La segunda mitad del relato narra el encuentro de Cristóbal con los miembros de un circo ambulante y su ingreso en él. Pero no un circo simplemente pobre, sino uno de esos circos miserables que recorrían España de pueblo en pueblo, ofreciendo un triste espectáculo que, sin embargo, se volvía mágico ante los ojos de sus espectadores naturales, los niños.
Al llegar a este punto, El ladrón de nubes se suma a una corriente temática del fantástico que, pese a no haber sido muy frecuentada, ha ofrecido un puñado de pequeñas obras maestras: el circo como ámbito de prodigios, por lo general oscuros. A esta línea pertenecen novelas como La feria de las tinieblas, de Ray Bradbury, Los cristales soñadores, de Theodore Sturgeon, o El circo del Dr. Lao, de Charles Finney, y películas como Freaks de Tod Browning o la serie de TV de HBO Carnivale. Como vemos, se trata de una corriente sobre todo anglosajona, aunque en la literatura de habla hispana encontramos un curioso referente en Cien años de soledad, de García Márquez, pues el eje de su argumento es la anual llegada a Macondo de la feria del gitano Melquiades, y los misteriosos pergaminos que éste le entrega a los Buendía, unos documentos que en realidad son la propia novela. Sin embargo, no recuerdo ningún título español, así que El ladrón de nubes ha venido, entre otras cosas, a rellenar un hueco en nuestra literatura.
Ahora bien, ¿por qué insisto en relacionar esta novela con el fantástico, si no pertenece a ese género de forma clara? Pues por su protagonista. Cristóbal está loco, es un caso tan extremo de narrador poco fiable que incluso relata acontecimientos que no puede conocer. Por tanto, todo lo que cuenta puede ser mentira, o parte mentira y parte verdad, o totalmente cierto; y es en esa indefinición donde brota la posibilidad de lo fantástico. De hecho, en gran medida la trama de la novela se centra en una pregunta: ¿Cristóbal puede mover las nubes o no? El autor, inteligentemente, no nos da la respuesta, así que es a nosotros, a los lectores, a quienes nos corresponde decidir a qué género pertenece el relato.
Aunque en el fondo ¿qué importa? El ladrón de nubes es como uno de esos espejos de feria que reflejan una imagen deformada de la realidad. La España de los 50 que muestra el texto es una versión alterada de lo que de verdad fue, pero sin embargo resulta más fiel a la esencia de esa verdad que cualquier retrato hiperrealista. En la presentación del libro, le escuché decir a Leoncio López, su autor, que Cristóbal, el protagonista y narrador de la historia, es un monstruo. Entiendo en qué sentido lo decía (un monstruo como los freaks de Browning), pero no estoy de acuerdo con él; por el contrario, creo que Cristóbal, pese a su más que probable condición de asesino, es un ser absolutamente inocente, un ángel que quizá en algún momento pudo haber sido un ángel vengador.
Y es ahí, en el contraste entre la ingenua inocencia de Cristóbal y la abyecta maldad representada por el inspector Peralta y el Mago Dedos Largos, donde surge el retrato impresionista de una España pobre e ignorante dominada por un mal latente que, como el ogro de los cuentos, en cualquier momento podía despertar.
Pero esta novela es mucho más que eso. El ladrón de nubes es un canto a la inocencia y a la alegría de vivir; es poesía, a veces naíf, a veces cruel; es humor, es aventura, es fantasía y, sobre todo, es uno de los debuts literarios más originales y prometedores de los últimos tiempos.


Leoncio López: «Hay cierto tipo de locura que tiene un poder redentor»


Leoncio López, ingeniero aeronáutico por formación y creativo publicitario de profesión, es también uno de nuestros mejores escritores de relatos cortos, como demostró al ganar la edición de 2003 del prestigioso certamen La Hucha de Oro con su magnífico cuento La cita. Ahora, el autor ha debutado en las distancias largas con El ladrón de nubes, novela con la que ha triunfado en la novena edición del Premio Onuba. En esta entrevista, Leoncio López nos habla, entre otras cosas, sobre la fantasía y la realidad, la locura y la cordura, y sobre el olvidado arte de mover las nubes con la mente.

Con El ladrón de nubes usted ha ganado la novena edición del Premio Onuba de Novela y antes obtuvo diversos galardones de relato corto, entre ellos la prestigiosa Hucha de Oro. ¿Qué importancia han tenido los premios literarios en su carrera?
Creo que deberían haber tenido bastante más de la que realmente han tenido. Un premio es algo muy importante, y más el que menciona de la Hucha de Oro, pero cuando lo gané yo tenía demasiado trabajo, y no pude aprovechar una oportunidad tan buena para continuar con mi vocación de escritor. Acababa de montar mi propia agencia de publicidad y esa tarea me tenía ocupado todo el tiempo del que disponía.


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1 comentario:

Carmenzity dijo...

Posguerra y humor?? mmmm éste me lo apunto, pero ya!
Buen finde!!